Tras
los montes, el sol se desvanece
derramándose
en ríos de emociones:
el galáctico
malva palidece
entre
rojos y cósmicos neones.
.
Tras
los montes, mi pálpito adivina
enigmáticos
cantos de sirena
en asaz
comunión con la opalina
alborada
impaciente, de verbena.
.
Tras
los montes, mis ojos se apresuran
a indagar
la mudanza de los cielos:
resplandores
de luz que me procuran
los
instantes granados de mis vuelos.
.
El
crepúsculo oculta el pentagrama
que,
al albur de los dioses, desparrama.
.
Seguro que es un pentagrama delicioso poeta.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz noche.
Muchas gracias por tu lectura, poeta. Besos.
ResponderEliminarSe nota que estás muy inspirada en tu nuevo lugar.
ResponderEliminarGracias, poeta.
No creas, tanta maravilla me desconcentra, jejeje. Gracias por tus palabras, Javier. Un abrazo.
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