Se levantó mohína la ortografía
por tanto desacato a sus formas.
Por tanto desapego a sus normas
se levantó contrita y dolorida.
Languidece triste y malherida
viendo la escritura profanada.
Adolece al verse mancillada
por tanta desidia y apatía.
Desterrados los puntos y las comas,
paréntesis, diéresis y acentos,
trágicas yacen las palabras solas.
Resbalan por las teclas los descuidos,
sumidas en mil quejas recitadas
por abusos y yerros cometidos.
¿Supe dónde me metía
al pergeñar un soneto?
¡Pardiez que no lo sabía!
Pero este atrevimiento
me persuadió para siempre
de repetir el intento.