Yo no soy cocinera… ♫ ♩ ♬ ♪

Mi fama me precede, no es lo mío, 
la cocina me vuelve majareta,
y, sin embargo, tengo una receta
que, ya os auguro, tiene poderío.
Para empezar diré que quita el frío,
el frío impertinente del quebranto;
leed con atención y, mientras tanto,
abrazad al amigo y al amante,
adoptad con la gente otro talante,
y veréis cómo merma el desencanto.
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Digamos que utilizo condimentos
que existen en cualquier lugar del mundo,
y por esa razón yo los difundo
con la eólica ayuda de los vientos.
Y los lanzo a su albur, sin aspavientos,
convencida del auge de su brisa,
pues no falta en mi fórmula la risa,
ni el amor que levita entre las rosas,
ni la empatía, diosa entre las diosas,
ni el humor como intrépida premisa.
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Vivir...

La tierra, el sol, la gente, el cielo, el mar

y toda la vorágine del mundo

me envuelven en su círculo lunar;

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y me dejo llevar cual vagabundo

que indaga a su albedrío el universo.

De estrellas y de pólvora me inundo.

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Accedo a la pasión, accedo al verso,

accedo a la creación, tan redentora,

y pierdo la razón, y tergiverso

.

la noche somnolienta* con la aurora,

en esta vida efímera y arcana

donde el tiempo transcurre y se evapora.

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Se estremece mi voz por la mañana

al sentir cómo el cielo, todavía,

añade un plus de asombro y filigrana

a cada despertar del nuevo día.

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"La forma del agua", dirigida por Guillermo del toro (soneto alejandrino)

Cuando brota el amor entre dulces vapores

y enlaza la figura de dos seres sensibles,

se dispara un resorte y no son perceptibles

ni el rumor existente ni futuros rumores.

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Cuando el canto del viento circula sin estorbos

arrastrando misterios a favor de la vida,

todo tiene sentido, todo tiene cabida

en un mundo que vibra y libamos a sorbos.

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Cuando hay que escoger entre amarse y morir,

qué mejor que morir y morirse de amor,

y dejarse arrastrar, disfrutar del temblor

y apurar en el agua el placer de sentir.

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Un mar de fantasía, de ternura y pureza.

Metáfora visual de profunda belleza.

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Llueve y llueve... (Tras los pasos de Lorca)

Llueve y llueve y llueve a cántaros

sobre la tierra mojada;

relámpagos de colores

con bruscos vientos de agua

la taladran de sonidos,

sonidos de lluvia amarga.

Sobre el alféizar la niña

canta y llora, llora y canta:

¡ay, que no llega el gitano!,

¡ay, que al gitano lo matan!

La luna se difumina

entre volantes de plata,

y el gitano que no llega

y el gitano que no llama.

Un luminoso arcoíris

de amarillo, rojo y grana,

reverbera con el sol

engalanando montañas;

la primavera de encaje

limpia a la niña sus lágrimas.

El gitanito ya viene,

viene empapado hasta el alma,

dos puñales en el cinto,

charcos de sangre en la plaza.

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Crecer...

Nacimos diferentes pero iguales,

con los mismos derechos y empujones

que la vida, al azar o a trompicones,

desea regalarte si lo vales.

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Nacimos diferentes pero libres,

ostentando el cerebro por bandera,

con amor y con arte, de manera

que nada conseguimos sin que vibres.

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Nacimos diferentes y es genial,

pues en la diferencia se intercala

el aura y la razón que nos iguala

en esta ciclogénesis vital.

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El milagro increíble de nacer

trae anclado el derecho de crecer.

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Sentir...

Contemplar las montañas, los árboles o el cielo,

y sentir la energía rodeándome toda;

sentir que, poco a poco, una luz se acomoda

provocando en mi espíritu un ligero revuelo;

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sentir que se diluyen mis paredes de hielo

y pactar con el cosmos una tántrica boda

que convierta mi mente en esencia rapsoda;

y sentir y sentir y sentir cómo vuelo.

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Elevarme sin miedo, controlándome apenas,

sobre los asteroides de la bóveda astral

que el divino universo nos inyecta en las venas;

.

y dejarme llevar por el soplo vital

que emergió de repente entre magias terrenas,

como el rayo que en mayo sorprendió al robledal.

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