Camino, y al andar trazo mi vida.
Unos pasos tras otros y otros más;
y el rumbo, con su efímero compás,
te va llevando, terco, a la salida.
.
Si me detengo, asumo la sabida
abulia del parásito; además,
se quedan mis neuronas casi al ras
de ver la adversidad en su caída.
.
La cuestión es andar, andar, andar,
dejando galopar al corazón,
sintiendo como encaja el recorrido;
.
y buscar siempre el modo de avivar
el fuego arrollador de la razón
que goza siendo un cómplice atrevido.
Bonito soneto con un excelente remate final, poeta.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias, Rafael. Un abrazo.
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