domingo, 25 de agosto de 2013

Luna

Por un laberinto de voces expulsa el aliento la noche. Al tañido de ese enjambre se amotinan las palabras, como al acecho de una entradilla anunciada.

La luna observa curiosa el devenir de mi mente, el runrún de las palabras, el derroche del teclado, la serenata del tiempo…; y contempla, como si tal desmesura fuera posible, mis andanzas por el folio.

Y en esa mirada cómplice, se agita mi mente turbada…

Si percibes
mis latidos,
Luna,
sabrás por su
febril estado,
que cantan
por bulerías.
No te alejes
de mi lado.

Así anduvieron las letras en esta noche de luna; brotaron con impaciencia, se turnaron para el baile dando una y mil vueltas, y sigilosas entraron de allí de donde salieron.


lunes, 5 de agosto de 2013

Viajar…

Hallándome en un ferrocarril cuyo itinerario transcurre impredecible sin yo poder hacer nada por evitarlo, contemplo, a través de cristales tiznados por el uso y la costumbre, el transcurrir del tiempo y la decadencia del espacio.

Observo, envuelto en jirones de belleza imperfecta, un mundo trepidante, desbocado, salpicado de retazos de campos, de pueblos, de montañas y bosques.

Abrumada por el brusco ronroneo del tren, accedo a mi recinto sagrado y abro el libro imaginario. Casi al instante, me deslizo por las frescas aguas de la serenidad.


La mirada percibe sin esfuerzo un paisaje sin límites, abierto al fluir incesante de los vientos; un escenario ataviado de matices asombrosos, e inmerso en una danza invisible de aromas y melodías.