Tictac...

Me sorprendo a mí misma, todavía,

gozando de una eterna vacación;

me asombra y se me enreda la razón

al sentir tan ansiada autonomía.

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Con el amanecer del nuevo día,

se inunda mi cerebro de emoción;

y, sabiendo que me ampara una pensión,

solo puedo aplaudir la melodía

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que este mundo me quiso regalar.

Aprovecho las horas con usura,

con una complacencia exagerada,

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sintiendo la vorágine del mar,

de la lluvia, del viento… y la ternura

al sentir su tictac, de madrugada .

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Vuelo, vuelo y vuelo...

No concibo al viento susurrando balas,
ni tampoco al mar producir hastío,
ni concibo amarte sin besar tus alas
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que palpitan libres remontando el río.
Con mis dedos trémulos y tu amor profano
se condensa el aire de carnal rocío.
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Me fulmina el éxtasis, ese instante arcano
que me eleva al cielo de tu piel violeta
donde habita el reino del ardor mundano.
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Vuelo, vuelo y vuelo junto a ti, poeta,
entregada al fuego que tu amor me inspira,
que tu verso entona con su voz secreta.
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Al llegar el alba, el ave suspira
musitando el canto del amanecer.
Se despide el sueño, el placer delira
esperando el vértigo de volverte a ver.
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Olas...

Me encanta contemplar sobre la arena

los volátiles brincos de las olas,

y, son tantos los giros, las cabriolas,

que me siento invadida por la escena.

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El sol se rinde al mar, se desmelena

irisando el sinfín de carambolas

que, en un baile de espuma y caracolas,

me conmueve de gozo y me enajena.

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Y, ¿cómo soportar tal desmesura?

Ante tanta belleza me estremezco

y bordeo el arcén de la locura;                                           

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mas sé bien que escribiendo yo me crezco,

que soy un huracán, y, en la aventura,

me alío con el vértigo, y florezco.

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Orgasmo (poema erótico)

Sucumbo ante el orgasmo delicioso

que tu caricia experta me procura;

y te siento voraz, casi goloso

lamiendo con tu lengua mi hendidura.

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Al arquear mi vientre, ya adivino

la escultura de mármol de Carrara

(de un rosado imprudente, diamantino),

que tan solo a su roce me entregara.

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Y vuelo sobre el mar, me descontrolo;

el éxtasis me lleva al universo

donde, tal vez allí, no esté perdida.

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Y, escapando de todo protocolo,

sumerjo estas creencias en el verso,

y muero en el camino hacia la vida.

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El vuelo de la duda...

Advierto entre las nubes un latido
que palpita ululante sobre el mar,
un desbocado eco pendular
que me invade, inalámbrico, el sentido.
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Advierto el excitante sarpullido
que se desborda impúdico al notar
que pueda ser antojo del azar
ese vertiginoso recorrido.
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Y saboreo el vuelo de la duda
imaginando auroras delirantes
entre acérrimas ráfagas de besos.
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Que no pierdan los versos su fe muda
en este juego tántrico de amantes
que anhelan comulgar con los excesos.
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No te aconsejo...

No te aconsejo, amor, venir a verme,

no soy nada especial ni lo mejor;

por aquí yo tan solo sé esconderme,

además soy caótica y mayor.

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Me gusta ser yo misma, pero a solas,

porque con mucha gente me disperso.

Nací para vivir entre las olas,

envuelta por la espuma de algún verso.

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Olvídate de mí, no soy mujer

que pueda hacer feliz a ningún hombre

ni lo que tu interior pueda querer;

pero me satisface oír mi nombre,

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porque me encanta ser y soy coqueta,

y, sobre todo, musa de un poeta.

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