miércoles, 27 de noviembre de 2013

Teclas…

Zumban las teclas, espantadas, perseguidas por el runrún incesante del acoso, cubiertas de mugre y desamparo.

Tecleo informes con la mente flotando entre dos mundos: el seductor y sutil, abierto a un laberinto turbador; y el inhóspito, enclavado en el trajín paupérrimo del día a día.

Rumor plúmbeo, áspero, impaciente… avasallando sin tregua los sentidos, tapiando los resquicios de la mente. Voces envueltas en tedio, derrotadas, anímicas, hirientes…

Con espasmos febriles, embrutecidas, agonizan las teclas desmayadas.

Al unísono, el ruido y el cerebro aminoran el ritmo; la sórdida atmósfera se desvanece. El conmutador del tiempo desvía la corriente hacia el silencio.


Se encienden las luces, se agazapan las sombras, se alza el telón… El mundo inquietante conspira a su antojo, sin reproches.

viernes, 15 de noviembre de 2013

Sueños…

Sombras antaño negras, aletean en el aire desvanecidas. Trozos de noche desperdigados, difuminados por los ecos del tiempo y sus tornados.

Tanteo, por la nueva senda que camino, el caprichoso clima que me aguarda, y vislumbro un enjambre de claros ataviados de azules y de blancos.

Quizá la mente ansía
un descanso de reina
en su caída.

Lanzada hacia el juego de la hipótesis, elucubro un sinfín de complacencias, y resbala la conciencia hacia la hierba, hacia la acaricia dulce de su alfombra.

Se despereza el cuerpo, y se solaza el alma entonando un tango.


Mas se enreda, por los circuitos verdes de mi huida, el dolor de un mundo fustigado, la tragedia eterna del proscrito, el terror sangriento del tirano… Y salgo avergonzada de la senda, despertando del sueño en que me hallo.

viernes, 8 de noviembre de 2013

Cerebro

Abro la cancela y accedo a mi cerebro, sin más, dejándome llevar por sus delirios, ora extravagantes, ora reflexivos; y me diluyo al instante por sus redes.

Me habla de amor y de las mentes. ¿Es posible el amor entre cerebros? Enfrascados ambos en el tema, cavilamos un tiempo sobre ello.

Considerado el asunto con esmero, el cerebro responde que es creíble; que es probable tal cosa si hay querencia. Que el amor es deseo sublimado, y es invento entre mentes a distancia.

Mas yo dudo, pues, ¿y el cuerpo? ¿acaso aprobaría tal invento? El cerebro me mira de soslayo y rechaza de plano mi recelo, pues no en vano, es el dueño y señor, y es el que manda.

Me escabullo, no obstante, de su urdimbre, y cavilo sin mente y sin ideas. Mi cuerpo está mudo y degollado, y dejo al arbitrio de otras mentes, el dislate o acierto de este invento.

domingo, 3 de noviembre de 2013

Declive

Son tan sólo atajos los que transito, y el viento el que me transporta. Y siento, con cada vuelo, la inmensidad del mundo en el que habito, la odisea vital en que me muevo.

En mi deambular por el tiempo, me deslizo, irremediablemente, hacia el vacío. Percibo, con una claridad insultante, el denodado esfuerzo de la vida por complacerme.

Con el asombro intacto y sin coraza, me lanzo indefensa hacia lo oscuro a fundirme altiva con el aire y a trasladarme al mundo del abismo.

Pasos…
Letanía de pasos
hacia las sombras.

Conduzco por el arcén, absorta en el paisaje, atenta al silbido del aire y a la lluvia, al pellizco placentero del sobresalto…


Y pierdo la noción del tiempo con este voraz declive…