Apágame la fiebre,
amor, sofoca
las llamas que
alborotan mis sentidos,
aplaca estos ardores
desmedidos
que brotan con el roce
de tu boca.
Esos labios erógenos
ungidos
de las mieles y
néctares prohibidos,
que a mi razón la nubla
y descoloca.
.
Deslízate, meloso, por
mi piel,
con la caricia dulce
del amante
cuya gracia es más
fuerte que el diamante
y su fruto más rico que
la miel.
Deslízate hacia atrás y
hacia delante,
con ese ritmo loco tan
vibrante
que derrame con goce su
panel.
.
Bonito trabajo en un tema difícil. Feliciades poeta.
ResponderEliminarUn abrazo en la tarde.
Gracias por leerme, Rafael. Besos.
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