Vagando sin rumbo fijo por los circuitos mentales,
convine, con cierta ironía, que el concepto de amistad goza de mucha fortuna. Y
me di otras cuantas vueltas investigando ese dato.
Topé, sin estorbo alguno, con la amistad lucrativa, y le
di crédito al punto, siguiendo con mi ironía.
Tropecé con la rentable; con la amistad cicatera; con la mercenaria,
la que subasta decencias; con la codiciosa, administradora del lucro y la
manduca. Con la pretenciosa. Con la amistad caduca.
Y, buscando un aliciente a tanto tufo funesto, hallé a la
amistad perenne; a la diáfana, la desnuda de aspavientos; la que no busca
ganancia; la que conforma mi vida y lubrifica mi mente; la insolvente; la
auténtica; la tajante.
Y me tendí en un claro de dentro de mi cerebro celebrando
tan extraordinario encuentro.
It's a wonderful word!
ResponderEliminarVoy a tener que empezar a confiar más en mí misma. Lo que pienso que no va a gustar, luego resulta que sí que gusta. Voy a dejar de comerme la cabeza.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, tan exagerado, pero tan gratificante.
Teresa, confía en ti, tus amigos confiamos plena mente, besos Santy
ResponderEliminarTe agradezco esas palabras, Santy, de veras. No sé quién eres, pero estoy encantada de saludarte. Que te den esos ánimos, consuela bastante. Un beso.
ResponderEliminarbrindo contigo por ese extraordinario encuentro ;-)
ResponderEliminarMuchas gracias, Dori. La vida es mucho más agradable con encuentros así.
Eliminar