viernes, 15 de marzo de 2013

Vivir


Se trucaron las sombras por los claros, y un preludio de notas trastornó el aire componiendo una bella sinfonía.

Germinaron los campos, brotaron frutos, y brincó el agua rumorosa por los bellos meandros de los ríos.

Emigré del sueño de los otros buscando reiniciarme en uno mío, y descubrí el bálsamo, el alivio, de hallarme en territorio propio.

Escapé de un sueño apolillado, roído por costumbres y milongas, y desperté en un campo de maizales gozando de los tangos de la vida.

Deserté de un mundo encorsetado, ceñido por ruidos y excrementos, y sentí el aroma de los vientos diluido entre melodías.

Se abrieron puertas y fronteras y me adentré en un mundo oxigenado que determinó mi rumbo y mi ventura, anestesiando llagas del pasado.

2 comentarios:

  1. Pues me alegro de que hayas encontrado un camino tan saludable, sea en sueños o real, pero ojo que la porquería diario nos persigue sin tregua y con denuedo.

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  2. Cierto. La basura diaria tiene afán devastador por aniquilarnos. Para esos casos llevo una coraza de acero que no la atraviesa ni una bomba nuclear. Jejeje
    Gracias por el comentario, Francisco.

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