sábado, 5 de enero de 2013

Juzgar…


Cuando se altera mi lengua por alguna extravagancia. Cuando arriesga  conjeturas con descaro y escaso conocimiento… Siento quemazón por dentro y me sale una urticaria.

Pues estimo deleznable juzgar los actos de nadie sin conocer el origen, el trasfondo, la génesis o el detonante.

Y aun sabiendo, no me permito juzgarlo, pues ni creyendo saber, sabemos lo suficiente. ¿Acaso no es temerario suponer lo imaginado?

Y en esas anda mi mente. En los juicios desbarrados, los insolentes, los mezquinos y cobardes. Los juicios exagerados y los indolentes.

Pues detrás de algunos actos algo profundo se esconde y es motivo suficiente para morderte la lengua.

2 comentarios:

  1. No es mala recomendación evitar caer en prejuicios, independientemente de que se pueda suponer o se conozca que no haya nada profundo tras un acto.

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  2. Gracias por el comentario.
    Me cuesta recomendar y no suelo hacerlo. El blog me sirve para dar rienda suelta a mis pensamientos. Para desempolvar el cerebro de vez en cuando.

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