martes, 8 de enero de 2013

Huida


Con un salvoconducto de artificio, resuelta a evadirme de congojas, me cubro hábilmente de indulgencias y quebranto las fronteras de la mente.

Evito con ahínco las tinieblas que recorren por momentos mi conciencia, y alego coartada de licencia, logrando sin estorbo la escapada.

Huyo al campo repleto de trigales, donde atisbo los linderos y la sierra, y percibo melodías de su aliento. Y descanso a la vera de un almendro  contemplando los valles y la tierra. 

Me escurro de la pena y del desánimo. De malgastadas quimeras. Me busco un atajo complaciente. Un camino plagado de palmeras.

Seducidas por el hálito que el aire puro les brinda, las neuronas agradecen la holganza, el deleite y la huida. 

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