lunes, 25 de febrero de 2019

El beso...


Imaginad la sorpresa
cuando un domingo de ronda
por un país extranjero
reconocí entre las sombras
al hombre que más amé
(y que se largó con otra).
Un hervidero de avispas
entre el ombligo y la aorta
colapsó mi entendimiento.
Pero no soy rencorosa
y toda mi piel pedía
encender aquella antorcha
que nunca debió apagarse.
Le di un besazo en la boca;
y él, que a la gresca andaba
con Amparito, su moza,
sintió un chispazo de muerte,
digamos que en “esa zona”;
y el hotel estaba cerca,
mi marido en Calahorra…
.

4 comentarios:

  1. Mmm... ¡Ay, poeta!... Me dejas el poema a medias para que la imaginación vuele. Felicidades por tu trabajo.
    Un abrazo en la noche.

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  2. Volando voy volando vengo y por el camino yo me entre tengo, jejeje.

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