Contemplar
las montañas, los árboles o el cielo,
y
sentir la energía rodeándome toda;
sentir
que, poco a poco, una luz se acomoda
provocando
en mi espíritu un ligero revuelo;
.
sentir que se diluyen mis paredes de hielo
y pactar con el cosmos una tántrica boda
que convierta mi mente en esencia rapsoda;
y sentir y sentir y sentir cómo vuelo.
.
Elevarme sin miedo, controlándome apenas,
sobre los asteroides de la bóveda astral
que el divino universo nos inyecta en las venas;
.
y dejarme llevar por el soplo vital
que emergió de repente entre magias terrenas,
como el
rayo que en mayo sorprendió al robledal.
.
Bonito soneto en alejandrinos que nos dejas, poeta.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias, Rafael. Otro abrazo para ti.
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