domingo, 5 de febrero de 2017

Catorce versos nada más...

La pluma se estremece con el vuelo
de un preludio de voces, turbador;
se desliza el soneto, seductor,
agitando al poeta en su desvelo.
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La melodía brota y, en el cielo,
se escucha el despertar del trovador,
que llora palpitando de estupor
al expirar de súbito su duelo.
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Son catorce, catorce nada más,
catorce son los versos delirantes
que enamoran al mismo satanás;
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porque surgen de fuentes diletantes:
de Góngora y Quevedo, y, además,
Garcilaso, Boscán, Lope, Cervantes...

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