Me
enamoró el pensamiento
que
blandía por bandera,
esa
imagen zalamera
que
mostraba a barlovento.
Y
sucumbí a su talento,
a la
mirada que ardía
cuando,
al fijarse en la mía,
la
pasión se disparaba
como
volcán cuya lava
desbordándose
crecía.
…
Mas,
tras el sol del verano,
llegan
las lluvias de otoño,
y un
espíritu gazmoño
se
apodera del profano.
Y aquel
amor casquivano
que, en
su día, fue impecable,
decidió
no ser amable
evaporándose
hiriente
y
produciendo un torrente
de
lágrimas insalvable.
.
Lágrimas poéticas en tus versos, poeta.
ResponderEliminarUn abrazo en la noche.
Muchas gracias, Rafael. Un abrazo. 😘😘
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