Ay, Leo, me vuelve loca
tu ímpetu inquisitivo,
ese deseo lascivo
de escudriñarme la
boca.
Que sepas que me
provoca
esa mirada insistente,
esos ojos, ese ardiente
afán de hacerme divina,
de tu férrea disciplina
por pintarme sugerente.
.
Ay, Leo, si tú supieras
cómo agitas mis
sentidos,
cómo cantan mis latidos,
cómo el aire degeneras.
Ay, Leo, si lo supieras…
Si supieras que te
quiero
y que siempre desespero
mientras culminas mi
esbozo;
si supieras de mi gozo
por tenerte, y que me muero…
.
Ay, Leo, ya sé que
buscas
solamente mi sonrisa,
lo sé porque se te agrisa
la tuya cuando te
ofuscas.
Hela, pues (ya sean
bruscas
tus formas para tenerla).
Para ti, ya puedes
verla
con el enigma buscado;
tengo al amor engañado
tan solo por poseerla.
.
Es impresionante la facilidad que tienes para buscar y rimar las palabras, poeta. Te admiro y felicito.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias por tus ánimos, poeta. Ya sabes cómo me gusta jugar con las palabras. Otro abrazo para ti.
EliminarPues si, poeta, jugueteas muy bien con las palabras. Ritmo, no te falta, ni mucho menos. Gracias.
ResponderEliminarGracias, Javier. Eres muy amable. Un abrazo.
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