No
puedo, amor, engañarte,
porque
aprendí a vivir sola;
mas
no hay verso ni pistola
que
me impidan desearte.
.
Y
sabes bien que, al amarte,
el
verbo me descontrola.
No
puedo, amor, engañarte,
porque
aprendí a vivir sola.
.
Eres
la esencia y el arte
que
ejecutó la cabriola,
enarbolando
la ola
que
puso punto y aparte.
¡No
puedo, amor, engañarte!
.
Y
un segundo rondel...
.
Nadie
amará como yo,
ni
habrá amor tan complaciente
como
el que huyó sugerente
de
aquel verso que vibró.
.
Pero,
ay, querido, no,
no
me creas imprudente;
nadie
amará como yo
ni
habrá amor tan complaciente.
.
Aunque
del verso brotó,
es
un amor transparente
que
va volando impaciente
besando
al que le besó.
¡Nadie
amará como yo!
.
Hay mucha ternura en estos versos poeta.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Rafael. Besos. :-)
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