Si
supieras, querido, que en mis versos palpitas
enredado
en las voces que revientan de excesos;
que
recreas conmigo las palabras y besos
rebosantes
de amores en las letras escritas.
.
Que
te ocultas furtivo tras la piel que me habitas,
sugiriendo
festones a mis hados aviesos;
y
te asomas, perdido, entre cánticos presos,
por
el amor del hombre, al que tú resucitas.
.
Y
voy brotando etérea, desgranando el idioma
a
través de tus ojos; escribiendo amparada
en
la mera presencia que despide tu aroma.
.
Y
escribo sin estorbos, tanteando, intrigada,
el
tic-tac de las teclas, alterando el genoma
de
los ecos sonoros de la lengua versada.
.
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