martes, 6 de enero de 2015

AL MAESTRO (Tercetos encadenados)

Con un tiro de muerte sin razón,
se tiznaron las letras con el llanto,
y el dolor germinó en el corazón.

Su mirada partícipe, despierta,
intuyendo los miedos enterrados;
su exquisito talento, siempre alerta

a los gestos contritos y apocados
de una tanda de niños malnacidos
que le oían perplejos y callados…

Fue su jerga piadosa, sus descuidos,
el ritmo de las clases, su alegría;
fueron todos sus guiños tan queridos…

que me atrevo a exponer esta elegía
deseando embozarla como un canto,
a un maestro que supo hacer de guía

sin alarmas, sin trucos, sin quebranto.

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