jueves, 6 de junio de 2013

Teclear…

Al teclear, percibo el hálito que exhala de mis dedos, y cómo las sinuosas formas de las letras se contonean sobre el folio; y advierto ensimismada el tenue esbozo de mi pensamiento.

En ese paréntesis fronterizo, se produce un revuelo de letras que el aire desvirtúa, es el salto desde un terreno íntimo y cálido al vacío de lo mundano.

Brotan livianas las palabras, desprovistas de oropeles y monsergas, acompañadas en su rítmico recorrido por el latido acompasado de las teclas.

De súbito, las palabras emprenden un viaje impredecible por teclados fantasmas, o se pierden confundidas entre mis dedos, curtidas tal vez de mi ignorancia.

Resbalan por mis dedos
las palabras,
renuentes,
buscando otro momento
de lucirse.
Se escurren huidizas

y silentes.

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