martes, 16 de abril de 2013

El mar…


La mirada, perdida entre multitud de subterfugios de la imaginación, asiste, con inefable deleite, a los escarceos del mar y a la exposición impúdica de la escandalosa belleza de sus aguas.

Con los párpados levemente entornados, cegados, tal vez, por el guiño lascivo de las olas, la vista se abandona entre sábanas de encaje y pasos de bailes imposibles.

Se extravía la mente, atónita ante el espectáculo solemne de la ostentación.

Se acelera el pulso emocional, y la voluptuosidad del piélago me produce un estremecimiento, e incita a adentrarme en sus aguas para fundirme en un denso y arrebatador abrazo.

Como si de un inmenso tálamo de lujuria se tratase.

La voz ronca y poderosa de su aliento, va meciéndome, suave y deliciosamente la conciencia…

2 comentarios:

  1. El mar, ese lugar que está tan dentro de nosotros.

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  2. Tan dentro lo llevamos que, es abrir la imaginación unos instantes, y aparece siempre por algún recodo!!!.
    Gracias, Lola.

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