lunes, 4 de febrero de 2013

Calma


Hay días en que el mundo amortigua sus pasos, lentificándolos. En que, ensimismado, entorna un tiempo los ojos; meditando, quizá, el alcance de su celo.

Días en que la calma presagia una tregua de discursos airados, de medidas convulsas y puños crispados.

De esos días en que el susurro del cielo llega tenue, sosegado, como un suspiro complaciente, sin atisbos de sombras ni emboscadas.

En donde el mar descansa lánguido, ensayando un cálido cortejo con la arena; y el horizonte se vislumbra nítido, levitando en corpúsculos dorados.

Hay días en que la gente sonríe y el alma canta.

Son los días que se afianzan en mi memoria, empujando impacientes a los otros: a los días autócratas e hirientes.

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