Cuando escribo me crezco al sentirme más libre,
atravieso este folio, que tecleo impaciente,
y me dejo llevar esperando que vibre.
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Cuando escribo libero la emoción subyacente,
la que flota por dentro, la que embarga mis días,
la que silba, intuitiva, que me vuelva insolente,
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la que supo al instante de un sinfín de utopías
que cerraban las puertas a mi karma vital,
la que late en los versos sin estorbos ni guías,
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la que endulza mi vida con su efecto sensual.
Pues no hay nada tan grande como ver las estrellas
sin que un lobo lo impida, sin que sangre un rosal.
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Contemplar el sendero que recalan tus huellas
y seguir el destino apartando las balas;
libertad lo llamamos, libertad que atropellas
si te cierras al mundo regalando tus alas.
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Bonitos versos poeta, me gustan.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Rafael. Un abrazo.
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