Allá,
en el horizonte,
donde
nada parece lo que es,
imagino
un bisonte,
un
caballo, un ciprés
y
campos amarillos a través.
.
Imagino
el crepúsculo
del
color metalúrgico del fuego,
y
un dorado corpúsculo
en
la flor del espliego
exhalando
un aroma palaciego.
.
Imagino
el rocío
sobre
las rosas rojas del jardín,
su
blanco velo frío,
los
pétalos carmín,
y
los acordes malvas de un violín.
.
Imagino
los cielos
cargados
de gotitas vaporosas,
los
hálitos y vuelos,
las
estrellas vistosas,
la
luna, el sol y el canto de las diosas.
.
Me
imagino escribiendo
cinco
liras bucólicas seguidas,
y,
por lo que llevo viendo,
casi
están enlucidas;
un
verso nada más y conseguidas.
.
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