Me
cuesta imaginar
el
odio contumaz y exacerbado,
las
ganas de matar
del
vil descerebrado
que
emplea la violencia, fascinado.
.
Me
cuesta convivir
con
el brutal desdén despreciativo
y
el mezquino sentir
del
individuo altivo
que
goza con su anhelo destructivo.
.
Me
cuesta comprender
el
cobarde cerebro del machista:
su
miedo a la mujer;
porque
salta a la vista
su
misoginia estúpida y racista.
.
Me
produce tristeza
la
dejadez del mundo ante el horror,
la
falta de grandeza
ante
el flébil dolor
que
crece y crece y crece alrededor.
.
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