viernes, 30 de septiembre de 2016

El olivo...

Al fondo del jardín está el olivo,
emergiendo del polvo como un dios.
Él y yo somos uno, o somos dos
colegas de un paréntesis furtivo.
.
Percibo que me ve mientras escribo
jugando con los contras y los pros,
y, siempre que me voy, le digo adiós;
es mi duende amoroso y comprensivo.
.
Día a día contemplo su figura,
su espléndida melena plateada,
el tronco retorcido y sinüoso...
.
Y presiento que, dada mi locura,
acabe tiernamente enamorada
de este árbol gentil y nemoroso.

.

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