martes, 10 de noviembre de 2015

DÍAS DE VINO Y ROSAS


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Desparramó la luz sus irisados puntos,
desplegándose un martes de inefables excesos.
El lunes quedó oculto entre oscuros decesos
y el miércoles recrea porvenires presuntos.
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Y yo pienso en el jueves, en que estaremos juntos
cuatro días seguidos comiéndonos a besos:
de viernes a domingo, condenados y presos
en el férvido infierno como ufanos difuntos.
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El sábado es la estrella, el que arrastra al abismo
a millones de amantes que persiguen la noche;
días de vino y rosas, de placeres y gloria.
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Cada noche es un canto y un febril espejismo
rodeado de embrujo; es epílogo, broche
para el duelo final, para el fin de la euforia.
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