jueves, 20 de marzo de 2014

POLVO (Soneto Alejandrino)

Camino ensimismada, perdida por el mundo,
buscándome en el rastro que libera la calma;
mas soy polvo del polvo, empolvada hasta el alma,
dejando por la tierra un polvorín rotundo.

Nada saben las huestes de mi amado submundo
(el que teje mis neuras, el guardián de mi drama),
que exista un Dios reinante, ni siquiera una llama
que alumbre el desatino de un vivir moribundo.

De nada sirven letras ni acudir a versados.
De nada la riqueza ni ser buen ermitaño.
De nada los boatos de misa, cruz, rogados.

Es tan desconcertante la vida de un castaño,
como el trino sublime de pájaros dorados,

que arrincono el tormento de ahondar el engaño.

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