domingo, 27 de octubre de 2013

Imaginar…

Si de un plumazo censuro el guión de mi existencia; si me salto el argumento; si me alejo por un tiempo del escenario en que vivo, lo primero que me encuentro es el ingenio.

Pues son condicionantes todo lo que nos rodea. La educación comporta rémoras e impedimentos. El vecindario, el amigo, el ministro y el maestro, por no seguir con el resto, nos untan con su barniz cada uno con su ungüento.

Formatearte la mente, transmutarla en una nueva, borrar de tu disco duro cualquier lastre que la hiera; ilustrarla; elevar su inteligencia…

Encarnarte en un Cervantes, en un Lope, en un Quevedo. Conocer a los poetas que habitaron el Parnaso. Todo es posible de pronto con la imaginación en danza.


Y puestos a imaginar, me apropio, sin duda alguna, del intelecto de un genio, de ese modo, pienso, escribo, opino y pinto con insólita agudeza, y una singular destreza guía mi pensamiento.

viernes, 18 de octubre de 2013

Desmemoria

Oscila por los dedos el vocablo; danza por el aire, casi en vilo. Vibrando y expectante aguarda el giro incierto del recuerdo.

Sumergida en un baile de versos, consciente de mis carencias, indago por las turbulentas aguas de la memoria, la palabra exacta, el concepto bello…

Buceo por estratos y subsuelos, y lanzo mi caña al río en busca de nuevas voces; y, compungida, compruebo el flotar de mis amnesias en las turbias aguas negras, y un hermetismo sagrado surgiendo de entre la niebla.

Y en ese ínterin voluble de optimismo y desengaño, se mueve mi desmemoria, a sabiendas que algún día el cordón que la sustenta se romperá de un chasquido, y se tornará en olvido per saecula saeculorum…

Se disolverán las letras
entre silencios
y sombras;
como puntos en el aire,
dejando el folio

vacío.

viernes, 4 de octubre de 2013

Amanecer…

Por el fresco velo del alba, camino desnuda de juicio; me someto, casi con lujuria, al placer sereno del momento, a la suave caricia del entorno.

Accedo al lenguaje más íntimo, el que incita a la piel a erizarse, el que atrevido recorre los puntos más vulnerables.

Admiro, según avanzo, la imponente presencia de la luna con su azaroso cortejo de estrellas. Y compruebo, complacida, el mágico efecto que me invade.

Mas la emoción se esfuma por laberintos inciertos, como el aliento de un beso en su efímero destello, y me deja a la deriva en este latir de dedos.  


A veces, empero, silba, y en ese silbido hallo lo que intuyo, que dosifica el mundo sus encantos; que expande, con maravilloso ingenio, su vestuario.