domingo, 28 de julio de 2013

Mañana…

El cúmulo insaciable de atrocidades que este mundo voluble se empeña en mostrar constantemente, me apercibieron que el día, la hora, el minuto y el instante eran lo urgente.

Advertí que el mañana, antojadizo, no existe si las sombras así lo exigen. Y mientras esto escribo, me abstraigo observando cómo aparecen las letras con su repiqueteo vital, como si fuera a hallar en ellas un tesoro oculto.

Disfruto intensamente este deambular por el folio virtual, de forma que tengo todos mis sentidos concentrados en él. Y accedo a mi interior para que el cerebro y los sentimientos que le acompañan, colaboren con entusiasmo.

Paladeo los momentos de este caminar sosegado de las palabras, con la emoción y el convencimiento de saber que por ellas discurre la vida. Que, a través de ellas, mi tiempo es eterno.


Porque, en cualquier momento, una pena grande puede cercenar el aire y sembrar la tierra de lágrimas.

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