Bien
lo sabes, Paquirrín,
que
los celos no me afectan,
que
puedes gozar de Lola,
Paca,
Luisa, Rigoberta;
de
rubias, calvas, mestizas,
amarillas,
blancas, negras;
de
la mujer del teniente,
de
su prima la mastuerza,
y
de la Torre del Oro
si
acaso te apeteciera.
No
me afectan tus flirteos.
Pero,
amigo, no me ofendas,
ni
quieras rizar el rizo
burlándote
de la menda.
Una
cosa son las faldas
y
otra distinta la escena
que
me organizaste anoche
recién
llegué de Valencia.
Topé
con cuatro garrulos
y
un desmadre en toda regla:
todos
yaciendo en mi cama
tocándose
las vergüenzas.
Cogí
el toro por los cuernos,
y
buscando la escopeta,
a
tiros que los eché,
cerrando
tras sí la puerta.
.
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