viernes, 27 de septiembre de 2013

Recuerdo

Si perturba; si es molesto y doloroso; si el recuerdo es violento, provocador, incendiario… la memoria se desgarra y se desmembra; se produce una fractura en su continuo fluir, arrojando a su dueño en la penumbra.

Si, al filtrarse, se desborda como una vulgar gotera en un frenético trote… Si… furtivo, penetra en la memoria desvalijando su archivo sin clemencia…

Hay que incapacitarle; prescindir de este recuerdo; condenarle, jubilarle de quebrantos, y, si persiste en su estado, si pretende prorrogarle… habrá, pues, que asesinarle, sin triquiñuelas ni engaños.


Mas… si brota con escolta de caricias; si le acompaña una orquesta; si es zalamero, bullicioso, verbenero… si invade la memoria de jaranas… se le acoge con aplausos y con ganas.

sábado, 21 de septiembre de 2013

Locura II

Con el ulular del mundo como eco inconfundible de mi existencia, me asomo al folio, ensimismada en el desconcertante fluir de mis neuronas, y persuadida de su pertinaz desvío por atajos clandestinos.

Instalada en efecto en mi cerebro, la locura se inmiscuye entre mis letras como portavoz indiscutible de mí misma. Motivos curativos, dicen que alega; y motivos necesarios de limpieza en la broza amontonada en la cabeza.

Pues no en vano, a la idea, al lienzo, al poema, al discernir y al tiempo, les pone su contrapunto y su grano de belleza; autentifica las obras con su esencia. Las nutre de condimentos, de belleza, de música, de resortes, sutileza…


La locura ennoblece cualquier obra que se preste. Es ingeniosa, sublime, inteligente y certera. Es mi guía, la que pone en pie de guerra a toda mi artillería.

sábado, 14 de septiembre de 2013

Ignorar…

Hay días en que barrunto, con febril convencimiento, que me ganó la ignorancia, que de pronto se hizo enorme de forma desordenada, que fulminó mis defensas con un órdago a la grande y una aguda puñalada.

Días en que me descompongo en pedacitos de olvido; en que me desintegro y, convertida ya en polvo, casi desaparezco.

Porque la ignorancia invade limpiamente mi cerebro. A medida que se agranda, mi mundo se empequeñece seccionándose con saña; dejando por las esquinas, sólo sombras, sólo manchas.

Pues la ignorancia es hiriente, desalmada, es furtiva y huraña

Y si pretendo ignorarla… si oso darme la vuelta e ignorar la ignorancia… seré yo, al fin y al cabo, la que quedará ignorada; la que vivirá arrastrada por el fango de la ausencia al vacío de la nada.


Poner en orden ideas y abrocharlas con palabras es dificultad añadida cuando se trata de aunar el saber con la ignorancia.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Miradas…

Las palabras se atrincheran, o se callan, o se ocultan en su alcoba, o suspiran. Temen que con cada engarce se dispersen. Procuran, dado su pudor interno, no fatigar al lector, ni infringir algún desaire al escribidor incrédulo.

Y… pues dicen: “la pintura hay que sentirla y respirarla”.

Mas… ¿cómo podrían explicarlo sin embadurnarla ni llenar de sombras su belleza?

La palabra se inmola cuando abomina y engaña.

Y añaden: “al lienzo hay que traspasarlo, adivinarlo, y si es bello y no encubre fraude, admirarlo”.

La autora se pliega al breve discurrir de las palabras y les da su beneplácito, añadiendo por sí misma:


Al cuadro hay que mirarle con deseo, deslizar la mirada por el lienzo descifrando qué esconde su propuesta y demorar las dudas del silencio si no acude respuesta, porque el cuadro la engendra.

martes, 3 de septiembre de 2013

Infierno

Yo quisiera volverme de agua y apagar el infierno…

Infectados de rabia y de miedo, teclean los dedos, columbrando un camino diezmado de gritos y espanto.

Yo quisiera cantar a la risa; naufragar en su aliento; galopar en su rizo dorado.

Yo quisiera reír con la gente...

Ser onomatopeya, ser su eco…

Yo quisiera morirme riendo.

Mas los dedos me vuelven la espalda, no entendiendo. Les taladra un clamor doloroso que viene de lejos.


Yo quisiera volverme de agua y apagar el infierno.