miércoles, 11 de septiembre de 2013

Miradas…

Las palabras se atrincheran, o se callan, o se ocultan en su alcoba, o suspiran. Temen que con cada engarce se dispersen. Procuran, dado su pudor interno, no fatigar al lector, ni infringir algún desaire al escribidor incrédulo.

Y… pues dicen: “la pintura hay que sentirla y respirarla”.

Mas… ¿cómo podrían explicarlo sin embadurnarla ni llenar de sombras su belleza?

La palabra se inmola cuando abomina y engaña.

Y añaden: “al lienzo hay que traspasarlo, adivinarlo, y si es bello y no encubre fraude, admirarlo”.

La autora se pliega al breve discurrir de las palabras y les da su beneplácito, añadiendo por sí misma:


Al cuadro hay que mirarle con deseo, deslizar la mirada por el lienzo descifrando qué esconde su propuesta y demorar las dudas del silencio si no acude respuesta, porque el cuadro la engendra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario