viernes, 8 de noviembre de 2013

Cerebro

Abro la cancela y accedo a mi cerebro, sin más, dejándome llevar por sus delirios, ora extravagantes, ora reflexivos; y me diluyo al instante por sus redes.

Me habla de amor y de las mentes. ¿Es posible el amor entre cerebros? Enfrascados ambos en el tema, cavilamos un tiempo sobre ello.

Considerado el asunto con esmero, el cerebro responde que es creíble; que es probable tal cosa si hay querencia. Que el amor es deseo sublimado, y es invento entre mentes a distancia.

Mas yo dudo, pues, ¿y el cuerpo? ¿acaso aprobaría tal invento? El cerebro me mira de soslayo y rechaza de plano mi recelo, pues no en vano, es el dueño y señor, y es el que manda.

Me escabullo, no obstante, de su urdimbre, y cavilo sin mente y sin ideas. Mi cuerpo está mudo y degollado, y dejo al arbitrio de otras mentes, el dislate o acierto de este invento.

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