Puestos a imaginar,
me cito con el virus
asesino,
al que quiero engañar,
y acude en torbellino,
lamiéndose de gusto el
muy cretino.
.
Le propongo un manjar
de tres kilos de plásticos
con vino
si deja de matar,
y me mira bovino,
dando un respingo al
aire haciendo el pino.
.
Aguardo sin hablar
a que este ser inmundo, tan
cansino,
acabe de brincar,
pero, el muy cebollino,
acaba de fijarse en mi
vecino.
.
Y decido pisar
su tentáculo anatómico, el
espino,*
capaz de taladrar
a cualquier peregrino.
Y, aplastando al cabrón,
cambio el destino.
.
Igual se lo piensa, entonces, no creas...
ResponderEliminarUn abrazo poeta.
Gracias, Rafael. Un abrazo.
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