Me sorprendo a mí misma, todavía,
gozando de una eterna vacación;
me asombra y se me enreda la razón
al sentir tan ansiada autonomía.
.
Con el amanecer del nuevo día,
se inunda mi cerebro de emoción;
y, sabiendo que me ampara una pensión,
solo puedo aplaudir la melodía
.
que este mundo me quiso regalar.
Aprovecho las horas con usura,
con una complacencia exagerada,
.
sintiendo la vorágine del mar,
de la lluvia, del viento… y la ternura
al sentir su tictac, de madrugada .
.