lunes, 25 de noviembre de 2019

Que no te bese...


Que no te bese a ti, que eres mi amante
no significa, amor, que no te quiera,
es que la boca manda, y se acelera
cuando encuentra otra boca estimulante.
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Pero sabes muy bien que, en el instante
en que hierven remolinos por la glera,
todo un abrazo heráldico te espera,
ungido de un encuentro erotizante.
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Porque veré secuoyas en  París,
pero en Sevilla tengo el olivar
con el que entablo tiernos vis a vis.
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Porque sabes, querido, que, el amar
está siempre meciéndose en un tris
de un te quiero y no quiero y un pecar…
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domingo, 24 de noviembre de 2019

La ventana...


Cuando quiero evadirme de las cosas,
me asomo a la ventana y miro el cielo;
y, aunque no lo parezca, es un consuelo
poder sentir el juego de las diosas.
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Me coloco en el centro, entre las rosas,
y, desde el mismo alféizar, lo congelo,
congelo con el móvil el revuelo       
de un ángel y un sinfín de mariposas.
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Después vuelvo a la vida (a la real,
no a la ingenua ni utópica),* aliviada,
impregné el corazón de aire vital.
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Y devuelvo a mis células la espada,
la espada y un ejército virtual
de versos que me atraigan tu mirada.
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jueves, 21 de noviembre de 2019

Qué será...


¿Qué será del crepúsculo y la aurora
si le damos la espalda al universo?
¿Qué será de la fauna, de la flora,
del arte, de la música, del verso…,
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de todo lo que importa en esta vida?
¿Qué será del mortal, del ser humano,
y de aquellos que nazcan con la herida
de una muerte emboscada en el rellano?
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¿Qué será del revuelo de las aves,
del beso, la palabra, las ideas…,
del eco turbador - ese que sabes
que inicia el terremoto que deseas -?
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¿Qué será del oxígeno del mundo
si ignoramos su rostro moribundo?

lunes, 11 de noviembre de 2019

Tristeza...


Si la tristeza invade la conciencia
logrando que una lágrima la empañe,
intento que esa lágrima no arañe
mi frágil epidermis con violencia.
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Intento revertir la turbulencia
tratando que esa pena no me engañe,
y exijo a la razón que me acompañe
en esta tesitura de emergencia.
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Sobre el alféizar vibra el torbellino*
que pugna en ser rehén de mi ventana,
y me detengo absorta ante la vida,
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sintiendo, en mi interior, un gen divino:
un gen cuya virtud es sobrehumana,
pues ya gané al quebranto la partida.
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