El hecho de escribir me sintoniza
con la vida y el mundo en el que vivo.
Y, si existo, sin duda es porque escribo
derramando mi sangre de aprendiza.
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Una sangre libérrima, rojiza,
que transmite su estrépito furtivo
entre el verbo y el pálpito instintivo
que circula por su vena antojadiza.
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Escribir es un acto de emergencia
que permite colarte de rondón
por las curiosas grutas terrenales.
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Y además sacude la indolencia
que te arrastra imprudente hasta el sillón,
donde yacen las mieles siderales.
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Otro bonito soneto de esta "aprendiza" que es toda una "maestra"...
ResponderEliminarUn abrazo en la tarde poeta.
Gracias, poeta. Ser aprendiza es estupendo, no creas, jejeje. Un abrazo. 😘
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