Con bastante atrevimiento y una pizca de locura me
adentré en el personaje; penetré en el área oscura de su sagrada conciencia, sin
beneplácito alguno, ni solicitar audiencia.
Me introduje suavemente, sin delatar mi entusiasmo,
deseaba con vehemencia sentir lo que allí latía. Y así anduve entre vivencias,
entre amores y alegrías, entre sueños y experiencias.
Me demoré por un tiempo absorta en las emociones. Atrapada
entre deleites, éxtasis y placeres. Alargando el merodeo y ahíta de
sensaciones; atiborrada de goces en el territorio ajeno.
Tras el ágape exhaustivo de mi vergonzoso asedio, puse
fin al abordaje, y argüí en mi descargo que el asalto fue un estudio sobre los seres humanos; que iba en busca de empatía.
Pues
no somos tan distintos en la zona reservada, que en mucho nos parecemos si de
sentimiento hablamos.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar¡Ajá!
ResponderEliminarLos sentimientos, es obvio, no pueden ser distintos de modo absoluto. Otra cosa es su expresión.
Intervienen tantos factores a la hora de expresarlos, que me cuesta "expresarme" suficientemente para darte una buena respuesta.
EliminarGracias por el comentario.
Por cierto, Juan Carlos ¿Podrías decirme si logré quitar aquello que tanto molestaba al hacer un comentario? No recuerdo el nombre.