Quisiera provocar un torbellino en el ego cautivo de mis
neuras.
Quisiera adivinar entre la niebla que empaña mi
conciencia, los matices que impregnan las palabras, y descifrar el sutil arte
de su alcurnia.
Quisiera retratar mis emociones; dibujarlas altivas por
el aire. Pero huyen de mi alcance las palabras, y se ocultan sorteando mi
torpeza.
Quisiera alzar un velo y encontrarlas.
Deambulo por un parque de abedules, admirando la belleza
que me envuelve, y percibo, con un fluir ligero por las venas, la ingrávida
turbación que me produce saberme inmersa en esa escena.
Recurro al vigor de la palabra para gritarlo, para no
dejar a la emoción perderse, para que vuele abrazada por los vientos.
Y sucumbo a la súplica, a rogarle a la Musas que me
inyecten un tornado de palabras...
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