Detrás de la mampara de
mis días
se oculta un paraíso
en el infierno
poblado de embrujadas
poesías
que bailan por mi mundo
sempiterno.
Penetran con ardiente paroxismo
al tórrido terreno en
que me escondo,
lanzándome exiliada hacia
un abismo
que brama enloquecido en
lo más hondo.
Aturden mis sentidos, juguetean,
licuándome temblor y
calentura
en mi frágil cordura,
y me golpean,
arrastrando mi psique
a la locura.
¡Oh, Talía, Melpómene,
Erato,
desarmad al autor de este
arrebato!
Poeta que desarmas a tus lectores agradablemente. <8>
ResponderEliminarGracias, Javier. Me alegra un montón que te guste. Un abrazo.
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