Ajenos al mundo,
juegan los niños por el lodazal,
y un enjambre de voces eclosiona el aire,
retumban chabolas,
y los tendederos de harapos al sol,
recrean un baile.
Por los recovecos
tropiezan el frío y el hambre,
laten corazones,
la mugre se expande como sucia sombra
por los callejones.
Y entre los suburbios y la gran ciudad,
se alza impasible la oscura indolencia.
La miseria no existe,
tan sólo es invento de la sociedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario