Con las castañuelas
que en mis dedos bailan,
me monto yo sola
un sarao al alba,
y taconeando,
las piernas se lanzan
a un trote salvaje
que al cielo cabalgan.
Con el contoneo,
se escuchan las palmas
y el rasgar de cuerdas
de alguna guitarra.
Se cimbrea el aire,
el cuerpo se engalla,
giran los volantes
de toda mi falda.
Canta el barrio entero,
la sangre se inflama,
y brotan lamentos
de algunas gargantas;
son quejidos roncos
que al viento apuñalan
con tanta pasión
que horadan el alma.
En Andalucía
el dolor se espanta,
con sublimes ayes
quejíos y lágrimas.
En Andalucía
el arte se palpa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario