Zumban las teclas, espantadas, perseguidas por el runrún incesante
del acoso, cubiertas de mugre y desamparo.
Tecleo informes con la mente flotando entre dos mundos:
el seductor y sutil, abierto a un laberinto turbador; y el inhóspito, enclavado
en el trajín paupérrimo del día a día.
Rumor plúmbeo, áspero, impaciente… avasallando sin tregua
los sentidos, tapiando los resquicios de la mente. Voces envueltas en tedio,
derrotadas, anímicas, hirientes…
Con espasmos febriles, embrutecidas, agonizan las teclas
desmayadas.
Al unísono, el ruido y el cerebro aminoran el ritmo; la sórdida
atmósfera se desvanece. El conmutador del tiempo desvía la corriente hacia el
silencio.
Se encienden las luces, se agazapan las sombras, se alza
el telón… El mundo inquietante conspira a su antojo, sin reproches.
Pasaba por aquí, y me perdí entre teclas con alma, felicidades!
ResponderEliminarGracias, Jordi. Un beso, querido. Hace tiempo que no charlamos con tanto trajín a nuestro alrededor.
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