Descargó el tiempo sus delirios y un vapor cálido aromó
la tierra, rociando de caricias los sentidos.
Con pasión intensa me abraza el aire, empapado en aromas
a fruta, a soles, a risas, a besos y a baile.
Rondan festejos de goces, requiebros de amores, alientos
de mares. Susurran los árboles, se alejan huyendo los llantos, se esconden temores.
La carne se agita con el velo suave de la liviandad. Se
escuchan quejidos, bombean latidos, se funden los soles con frivolidad.
Y entre los trigales trinan melodías, es la brisa suave
de alguna zalema, es el regocijo, es un canto alegre de complicidad.
Se alía el estío con la complacencia de la diversión. Brota
un sarpullido de alegre picor, y se escucha el arpegio de la excitación.
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