Mi universo ideal,
el que se exhibe egregio por mi sueño,
es humano y vital,
sin monarca ni dueño
que condene el relámpago risueño.
.
Vivir, dejar vivir
a la mujer y al hombre a su albedrío,
donde puedan sentir
el susurro del río
y el dulce frenesí del desvarío.
.
Vivir en libertad
sin que ningún obtuso se inmiscuya
con su absurda verdad;
dejar que el amor fluya
y cantar, con delirio, el aleluya.
.
Añadir el humor
abriéndole al cerebro otra viñeta
que acaricie su olor*;
y acercarse al poeta
que siembra de emociones el planeta.
.
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