La mirada insolente
del machista
que revela total
desfachatez;
el desprecio larvado,
la sandez
arrogante del mísero racista;
.
el temor contenido del
clasista
sumergido en su propia
pequeñez;
y el indigno parásito,
¡pardiez!,
que disfruta el sabor
de la conquista.
.
Actuaciones oscuras
como balas
disparadas al aire, sin
clemencia,
por el mero placer de denigrarte.
.
Y, entre tantos ultrajes,
intercalas
la lectura y la pluma
en tu conciencia,
intentando volar amando
el arte.
.
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