Abrazo
con la vista las montañas,
los
árboles, los pájaros, el río...,
y
anhelo disipar las telarañas
que
oprimen el latir de su albedrío.
Percibo
el ulular de las entrañas,
el
pálpito interior, su escalofrío;
y
siento con pudor las artimañas
que
empujan la razón hacia el vacío.
Y
sueño que, al instante, resplandece
el
canto afrodisíaco del paisaje,
que
el eco del infierno se estremece;
y
advierto el silencioso aprendizaje
del
viento que, girándose, se mece
en
suave comunión con el lenguaje.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario