Digamos
que fue clave en mi existencia
la
unión de dos gametos indistintos
ungidos
por los polvos de la urgencia;
que
fui la exaltación de los instintos.
.
Digamos
que nací como el que nace
en
una gran ciudad sin pretenderlo,
que
fui la consecuencia, el desenlace,
de
un mero contubernio de estraperlo.
.
Digamos
que en la escena de la vida,
estamos
a merced de una corriente
que
nos arrastra firme a la salida,
y
todo juicio ajeno es indecente.
.
Digamos,
pues, que somos lo que somos,
por
mor de laberintos monocromos.
.
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